Las cascadas de Agua Azul están formadas por el río Tulijá, el cual desciende abruptamente formando esta serie de caídas y estanques naturales contenidos por diques calcáreos llamados “gours” (según la terminología geológica). Este río es un tesoro para los kayakistas de cascadas, pues las más altas rebasan los 15 metros de altura. La más espectacular es la de Bolonahau, la cual marca la desembocadura del río Agua Azul, en el río Xumuljá.
La navegación inició arriba de la zona turística de Agua Azul, en donde Rafa e Isidro descendieron la primera sección de cascadas; en una de ellas tuvieron que lanzar su kayak y después saltar, ya que la poza era de poca profundidad. La sección localizada río abajo de la zona turística es mucho más difícil y complicada porque el cauce forma un laberinto de canales, que tras remar una hora te guían hacia las cascadas de Bolonahau. Fue ahí donde tuvimos que detenernos a negociar la entrada con los simpatizantes del Ejército Zapatista. Finalmente, después de pagar una cuota de acceso, logramos pasar y así poder fotografiar a los kayakistas mientras descendían por esta salvaje sección de Agua Azul, la que muy pocos han logrado recorrer en un solo descenso; pero para Rafa esto era un parque de diversiones.
Un descenso como pocos
Cada una de las cascadas tiene diferente grado de dificultad y altura (entre 10 y 15 metros), pero a pesar de que esta era la tercera vez que Rafa las descendía, tuvo que estudiar sus líneas nuevamente, debido a las formaciones de rocas que pudieron haberse formado en el transcurso del tiempo. El primero en descender por las furiosas cascadas fue Rafa, seguido por Isidro. Este deporte no se puede practicar solo, ya que es muy común encontrarte en situaciones de vida o muerte en donde tu compañero es quien salva tu vida o viceversa; los lazos de amistad que se forman son muy fuertes, para toda la vida.
La penúltima cascada es una de las más peligrosas en donde no pueden cometerse errores, los kayakistas tenían que elegir perfectamente su línea de descenso. Es así como Rafa comenzó a remar hacia el vacío, enfiló su kayak en la dirección correcta y dio un par de remadas con la vista fija en el horizonte, en donde el mundo se desploma en forma de agua con una furia impresionante. Cayó por la cascada para luego desaparecer tragado por el agua. Después, el apabullante silencio fue roto por el grito de festejo al salir victorioso de su descenso.
Finalmente, los dos kayakistas descendieron por la quinta y última de las cascadas: Bolonahau (los nueve señores), que como dije, es la más espectacular en cuanto a paisaje se refiere, ya que marca la unión entre el río Agua Azul y el Xumuljá. Para poder fotografiarlos, tuve que cruzar nadando el Xumuljá con la mochila y mis botas en la espalda para evitar que se mojara el equipo, aunque lo guardé en una caja y bolsas contra agua. El cruce fue difícil, ya que la corriente estaba fuerte. Cuando llegué al otro lado, me sujeté de las ramas de unos arbustos para poder salir. Una vez que me calcé las botas, comencé a caminar sobre la orilla del río para colocarme frente a la Bolonahau y les di la señal a los kayakistas para que se lanzaran. Todo era alucinante: las cascadas y el pequeño kayak anaranjado y rojo desplomándose por la cortina de agua.
Si quieres vivir la aventura.
Existen algunas empresas de rafting, como Explora Chiapas, quienes realizan la travesía completa, navegando 81 km, durante seis días con visitas a la zona arqueológica de Bonampak y diversos sitios arqueológicos aún ocultos en la espesura de la selva.
Commentaires